¡Cuan veloz corres¡ ¿cómo es que ya estás aquí?
No importa lo lento o veloz que el tren corriera
No importa lo lento o veloz que el tren corriera
Y en la siguiente estación no te quiera ver… ¡estás allí¡
¡Formidable atleta indeseable¡ ¿Quién te invitó a la carrera?
¿Quién te engendró?, ¿Cómo te entrenas y de qué te nutres?
¡Engendro de la oscuridad¡ infame y despiadado;
Parásito intestinal; pegado a tu oponente lo desnutres…
Nadie aplaudirá tus victorias -aunque muchas has ganado-
Me tomaste por enemigo, y yo, de ti ni había oído.
Dime: Si me odias, ¡¿porqué de mi no te alejas?¡
Sino que, cual amigo del alma, a mi te has ceñido;
¡He soñado el día que para siempre de mi te alejas¡
¡Larga es la carrera¡ millas incontables… y continúa…
En el camino esperaba rosas; ¡y espinas he hallado¡
Pero mas allá de las espinas, una rosa se insinúa:
Profeta de la aurora, que en suspiros he anhelado
Al esperar, resueltamente contra ti me he enlistado;
Pues he visto en millares, los estragos de tu victoria.
¡Arde mi pecho¡ y todas mis armas contra ti he empuñado;
¡Aún el cielo peleará contra ti¡, hasta borrar toda memoria
¡Ho iluso¡ no todos tus embates me hicieron miserable;
Y como sirve el profundo miedo para probar el valor;
Y el fuego da al acero su temple inquebrantable
Así, tu ardiente veneno muchas veces me hizo mejor
Aun contra mis congéneres a tus esbirros enviaste:
Cual lacayos con sus agudas ballestas para traspasar;
Y con nombres angustiantes y ténebres los llamaste:
Enfermedad y Muerte;
Y tú, enemigo mío, atleta infernal; soberbio, atrevido y altanero;
Insaciable de arrogancia; llevaste tu carrera mas allá de los hombres:
Levantándote contra el mismo soberano de la tierra y del cielo…
Clavos, lanza, vinagre y amarga hiel, y espinas coronando hasta las cumbres...
No creas que en tu carrera le alcanzaste; ¡mas bien él bajó a ti¡
Y tú, con saña clavaste tus agudos colmillos que impávido soportó
Plural fue tu infame nombre en su carne y en su piel (por mí)
¡VARÓN DE DOLORES! atónito el profeta, su nombre llamó
Él es mi relevo en esta lucha, mi camino y mi destino; él es mi meta.
Son las heridas de sus manos y sus pies; y su costado traspasado,
El testigo evidente, indiscutible y elocuente, … que en la meta
Declarando estará: Que esta carrera… ¡para siempre yo he ganado¡
Hola Sétimo Dios te bendiga esta muy bonito
ResponderEliminaresta poesía, veo que este blog es recien nuevecito...
Y ya me estan gustando tus posias, Saludos!!
Joelito
Hola Joelito, Dios te bendiga, y gracias por visitar y comentar las poesías de este humilde espacio.
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