Si te digo bonita,
y ese dicho te agrada;
sería el canto de mi alma;
porque agradarte desearía.
No podría yo describir
tan depurada belleza:
sería muy poco decir
que tu porte es de princesa:
Tus ojos: dos pepas de oro
que brillan como luceros.
Hacer de ese brillo un faro
sería mi mayor anhelo
tras los labios de grana
en que la sonrisa asoma,
consiente de que le adornan
al mostrar sus dientes ufana;
Y es que la naturaleza,
mostrándose generosa,
te regaló como a diosa:
Pureza, gracia y belleza
Y ella...
motivada su alma
por tanto que ha recibido,
la gracia de su sonrisa
regalar la ha placido.
Autor: Lisímaco Cruz.
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